Lufthansa indemnizará a las víctimas según su nacionalidad
El representante de las víctimas presentará reparaciones de un millón de euros por persona. La compañía se guiará por la legislación vigente en cada país de origen de las víctimas
El presidente de Lufthansa, Carsten Spohr, ha informado a la comisión parlamentaria de Trasnporte del Bundestag alemán que la compañía tiene intención de fijar la cuantía de las indemnizaciones a los familiares de las víctimas de Germanwings en función de la nacionalidad de cada uno de los fallecidos.
Lufthansa se guiaría, así, por la legislación vigente en cada uno de los países de origen de los 150 pasajeros del 4U9525 que salió de Barcelona con destino a Düsseldorf, que fue estrellado contra los Alpes franceses el pasado 24 de marzo. Esta será la propuesta que llevará a la inminente mesa de negociaciones, a la que el representante de las víctimas, por su parte, presentará unas reparaciones de alrededor de un millón de euros por fallecido.
El representante legal de al menos 21 de las familias, Elmar Giemulla, ha redondeado la reivindicación con esa cifra, independientemente del país de procedencia de cada pasajero, y ha adelantado además que si los términos de la negociación con Lufthansa no son lo suficientemente satisfactorios será presentada una demanda conjunta contra la aerolínea en EEUU, donde este tipo de demandas por daños puede resultar más ventajosa para los afectados porque los tribunales reconocen el derecho a compensación por daños emocionales. En Alemania, por ejemplo, los daños se calculan en base a lo que ganaba la víctima y otras consecuencias financieras de su pérdida, como el costo de los transportes.
Las piezas del rompecabezas
Durante la comparecencia de Spohr ante la comisión parlamentaria alemana, el ministro de Transporte germano Alexander Dobrindt se ha interesado además por la investigación sobre la catástrofe y Spohr se ha visto obligado a admitir que reunir todas las piezas del puzle «llevará todavía su tiempo». Los investigadores creen que el copiloto, Andreas Lubitz, que teníaantecedentes de depresión, dirigió deliberadamente la nave contra las montañas, pero quedan todavía numerosos puntos por aclarar sobre los que no hay información.
Dado que la comisión parlamentaria se ha reunido a puerta cerrada, ignoramos si el presidente de Lufthansa ha podido aportar alguna novedad, por ejemplo, sobre el testimonio de la novia del copiloto, cuya versión sobre el estado emocional de Lubitz habrá resultado sin duda decisivo y sobre el que la Fiscalía mantiene absoluto secreto. Tampoco ha acertado nadie a explicar por qué, a pesar de que fueron conscientes de lo que estaba pasando durante al menos varios minutos antes de estrellarse, los pasajeros no utilizaron sus teléfonos o dispositivos móvilespara al menos intentar comunicarse con el exterior, como ha sucedido en otras catástrofes aéreas recientes.
También está aún por definirse el grado de responsabilidad de la compañía, ya que los hechos conocidos hasta ahora parecen indicar que la empresa no controló lo suficiente el estado anímico y psicológico del copiloto a pesar de que, tras su último examen médico, fue recomendado un «seguimiento» del empleado debido a desequilibrios de tipo psicológico. Lubitz, quien en 2009 había interrumpido su formación como piloto en Lufthansa y había sido tratado por una depresión grave, tenía para el día del siniestro unabaja médica, que al parecer ocultó a sus empleadores. Antes de que sea determinado este grado de responsabilidad de Lufthansa, cualquier negociación con las víctimas sobre la cuantía de las negociaciones podría resultar en exceso prematura.
Spohr, en cualquier caso, se ha mostrado relativamente abierto a rectificar en las propuestas y estrategia debido a que se trata de una situación excepcional en la que no ha habido mucho tiempo para pensar fríamente en un juicio por indemnizaciones. «Para nuestra compañía han sido cuatro semanas en situación de estado de excepción», se ha justificado, subrayando que la atención a los allegados de las 150 víctimas de la catástrofe ha sido su «tarea prioritaria».
Fuente: El País